No tengo muchas oportunidades de coger los pinceles últimamente. En los últimos trabajos que he hecho, me he esforzado por cambiar esta costumbre. Sin embargo, no es nada fácil. A veces, la inseguridad de realizar algo nuevo o algo que tenemos un poco abandonado, hace que no nos atrevamos a sacar lo que hay en nuestro interior. Perdemos muchas ocasiones para desarrollar habilidades que por desuso, al final, acaban por abandonarnos. Antes de pasar por la facultad, estudié ilustración. Y eso es lo que
soy: una ilustradora. Sin embargo, más allá de las clases de pintura
que doy, no tengo mucha oportunidad de dibujar o pintar. Así que me
puse, como propósito para este año, cuando saliera la oportunidad de
poder hacerlo, tomar los pinceles, lápices y papel para volver a lo que
siempre fui.
Recibí un encargo de maquetar y hacer la portada de un libro de poesía. El libro, en formato electrónico, inauguraba una nueva colección (para la que también he hecho el logo) de la editorial para la que trabajo. Así que, pensando que todo debía ser nuevo, me puse manos a la obra y cogí los pinceles otra vez.
Luego, un poco de ordenador para encajar las piezas y aquí tenéis el resultado.